Destellos de resistencia obrera
Una nueva oleada de luchas obreras en Estados Unidos despliega activismo y solidaridad--a pesar de la hostilidad de los medios de comunicación y la agresividad de los empleadores.
LOS PIQUETES de huelga están apareciendo con mayor frecuencia en todo Estados Unidos--y están mostrando un nuevo estado de ánimo y de la lucha entre un número creciente de obreros, hartos de ser obligados a pagar por una crisis económica provocada por Wall Street y las corporaciones.
Estas luchas representan un desafío y una oportunidad para activistas laborales y socialistas: para presentar una estrategia contra las corporaciones, y su apoyo al ataque a los empleados públicos.
Las luchas son variadas. Estas incluyen la triunfante huelga de los maestros de Tacoma, Washington, quienes desafiaron una orden judicial contra sus piquetes; trabajadores que detuvieron el sistema de atención de salud Kaiser, en California, durante dos días, con las enfermeras honrando su piquete; profesores en la Universidad de Long Island en Nueva York; trabajadores hoteleros del Hyatt quienes se fueron a la huelga por una semana en seis hoteles en cuatro ciudades; miembros del Sindicato International de Estibadores y Almacenes (ILWU) que bloquearon trenes cargados por esquiroles en el puerto de Longview, Washington; una huelga en el restaurante Central Park Boathouse de Nueva York; y el comienzo de una campaña del sindicato de trabajadores postales contra el asalto a sus miembros en el Servicio Postal.
Esto es lo que siguió a la huelga en Verizon, el mes pasado, donde los piquetes y las manifestaciones en las tiendas de la empresa tomaron a la gerencia por sorpresa--y, a comienzos del año, el levantamiento de Wisconsin contra el gobernador republicano Scott Walker y su ley antisindical.
La clase obrera no siempre ha prevalecido en estas luchas; ni todas luchas futuras serán victoriosas. Pero lo que las une es el activismo y la solidaridad desplegados, a pesar de la hostilidad de los medios de comunicación y la agresividad de los empleadores.
La nueva chispa de resistencia obrera es una prueba más de que el espíritu desafiante de la batalla de Wisconsin, el invierno pasado, no fue fugaz, sino la señal de que un número creciente de trabajadores están redescubriendo su capacidad de lucha. Después de décadas de una guerra de clases unilateral, el contra-ataque ha comenzado.
SIN DUDA, las batallas venideras serán difíciles. Más del 90 por ciento de los trabajadores en el sector privado carecen de sindicato. Y cuando los trabajadores no sindicalizados tratar de organizarse, deben lidiar con leyes anti-obreras apiladas en favor de los patrones.
Por su parte, los empleados públicos, hasta ahora un bastión del movimiento laboral organizado, enfrentan un feroz ataque por parte de los políticos, republicanos y demócratas, que exigen profundos recortes salariales y de los beneficios, con el fin de reducir el déficit presupuestario generado por la catástrofe financiera causada por Wall Street, los subsidios a los ricos y las interminables guerras.
Y, por supuesto, las corporaciones estadounidenses, mientras disfrutan de ganancias récord, están utilizando el persistente y masivo desempleo para extraer aún más concesiones de los sindicatos.
Frente a estos ataques, la mayor parte de la dirigencia sindical no ha podido o no ha querido ofrecer una estrategia de resistencia.
Las dos federaciones laborales, AFL-CIO y Cambio para Ganar, invirtieron mucho dinero y recursos en las elecciones de 2008 para apoyar a Barack Obama. Esperaban recuperar su inversión con la aprobación de la Ley de Libre Opción del Empleado (EFCA), la que habría hecho más fácil la organización de sindicatos. Pero Obama le dio la espalda a los sindicatos--EFCA no avanzó en un Congreso controlado entonces por los demócratas--y prefirió rescatar a los banqueros.
Ahora Obama está publicitando su propuesta de trabajos y sugiere que los ricos deben pagar más impuestos. Sin embargo, él impuso una congelación salarial de los empleados federales, hace vista gorda mientras el Servicio Postal ataca a sus empleados, y alienta a los Estados para que aprueben legislaciones que atacan a los maestros. Pero aún podrá contar con el apoyo de casi todos los principales líderes sindicales.
Aún peor, los dirigentes sindicales han estado dispuestos a vender contratos llenos de concesiones a sus miembros, argumentando que la realidad financiera y los riesgos de una huelga son demasiado grandes para poder hacer otra cosa. En cambio, se aferran a su estrategia de "colaboración" con los patrones--en términos cada vez más desfavorable para los trabajadores--y con el Partido Demócrata.
Así, en Wisconsin, donde un gobernador republicano impulsó una ley para destripar los derechos de negociación colectiva de los trabajadores del sector público, los líderes sindicales desperdiciaron la mayor movilización obrera en generaciones a favor de la estrategia--en última instancia, fracasada--de destituir a la mayoría republicana en el Senado estatal a través de elecciones.
En la huelga de Verizon, en agosto, los líderes sindicales de los Trabajadores de Comunicaciones de América (CWA) y la Hermandad Internacional de Trabajadores Eléctricos (IBEW) anunciaron que los trabajadores regresarían a sus puestos sin un contrato, interrumpiendo una lucha que reavivó el espíritu de Wisconsin al ganar un amplio apoyo entre obreros sindicalizados o no, por igual.
Y en la industria automotriz, la dirigencia de los Trabajadores Automotrices Unidos (UAW) ha anunciado un contrato tentativo con General Motors (GM), que consolida las previas concesiones--notablemente, la contratación de nuevos trabajadores a un nivel salarial inferior permanente. Los trabajadores de GM y Chrysler no tienen el derecho de huelga, gracias a la quiebra impuesta por el gobierno y al rescate económico.
Dada la intensidad de la ofensiva anti-sindical y la débil respuesta de los dirigentes laborales, el aumento de las luchas obreras, aunque pequeñas y locales, no pueden ser más importantes.
La ilusión de que la Casa Blanca traería políticas laborales favorables ya es cosa del pasado--y los trabajadores en lucha saben que sólo dependen de su propia determinación y de la solidaridad obrera.
Es por eso que la miembro de la Asociación de Auxiliares de Vuelo, Breece Lois, vino el 14 de septiembre al piquete de huelga de UNITE HERE en un hotel Hyatt de Chicago. "Todo el mundo tiene que hacer su parte para luchar contra las grandes corporaciones y para conseguir algo para las familias trabajadoras en estos días", dijo Breece, que recibió un 38 por ciento de reducción salarial cuando su empleador, United Airlines, se declaró en quiebra en el 2002. "Prometieron sacrificio compartido y recompensa mutua. Pero no lo hemos visto."
EL RETO para los activistas sindicales--y para los trabajadores que quieran organizar un sindicato--es capturar la creciente ira y convertirla en resistencia.
En trabajos sindicalizados, el enfoque de la organización entre los miembros de base puede ir de una campaña contractual a asuntos más modestos, como cuestiones de horarios y cargas laborales. En lugares de trabajo no sindicalizados, puede ser el favoritismo de la gerencia en los salarios y las promociones, o un supervisor vengativo que provoca una campaña de organización.
Como sea que la lucha comience, sus posibilidades de victoria son mayores si puede recurrir a la solidaridad. Por ejemplo, mientras que sólo 80 trabajadores están involucrados en la huelga en el restaurante Central Park Boathouse, su lucha se ha convertido en un punto focal para activistas laborales y comunitarios de toda Nueva York, ejerciendo una presión adicional sobre la gerencia.
En pocas palabras: Cuanto mayor el activismo y la solidaridad, más poder los trabajadores tendrán.
Esa lección fue especialmente importante en la huelga de Verizon. Aunque los sindicatos pusieron fin a su huelga sin un contrato, la lucha demostró que los trabajadores tienen otras opciones además del piquete y de tratar aguantar "sólo un día más" que las multimillonarias corporaciones. Durante la huelga, las protestas en las tiendas Verizon Wireless dañaron la marca de la compañía y mostraron cómo los sindicatos en la lucha pueden no sólo reunir un apoyo más amplio dentro del movimiento obrero, sino también obtener el apoyo de los trabajadores no sindicalizados.
Mientras este tipo de activismo es crucial para luchas obreras exitosas, a menudo no es suficiente, ya que los empleadores organizan operaciones de esquiroles. Es por eso que los miembros de la ILWU tomaron una acción más audaz, en varias ocasiones bloqueando los trenes llenos de grano que se dirigían a una nueva terminal en Longview, Washington, donde los patrones están utilizando esquiroles. El sindicato de estibadores desafió a la policía y la ley--un tipo de confrontación que ha sido muy poco frecuente en las últimas décadas.
Mientras tanto, a unas 100 millas al norte, en Tacoma, Washington, los maestros también desafiaron la ley--al ir a la huelga y luego al ignorar una orden judicial para regresar al trabajo. La Asociación de Educación de Tacoma obligó al distrito retractarse de los recortes salariales y tirar un plan de traslados arbitrarios--la primera victoria importante para el movimiento laboral, en este período de ataques contra de sindicatos del sector público.
Más enfrentamientos están por venir. El alcalde de Chicago Rahm Emanuel--ex mano derecha del presidente Barack Obama--planea una ofensiva frontal para romper el Sindicato de Maestros de Chicago (CTU), y una huelga es posible en los próximos meses.
Los gobernadores republicanos están tratando de superarse unos a otros en sus ataques contra los trabajadores del sector público, sus salarios, beneficios y derechos a la negociación colectiva. Los demócratas toleran la negociación colectiva--pero también quieren cortes profundos. Y por supuesto, la patronal se alista para dar un golpe mortal a los sindicatos, exigiendo recortes en los salarios, pensiones y asistencia de salud, incluso si las empresas nadan en afluentes ganancias.
Es por eso que un número creciente de trabajadores ha llegado a la conclusión de que los ataques no terminarán hasta que nuestro lado sea lo suficientemente fuerte para detenerlos. Es hora de tomar la iniciativa y avanzar luchando.
Traducido por Orlando Sepúlveda