Un gran, mal acuerdo
Los demócratas dicen que evitaron recortes durante la última batalla presupuestaria con los republicanos, pero la austeridad es la nueva realidad,
explica.QUIZÁS LO único que se pueda decir del último acuerdo presupuestario de Washington es que el gobierno no cerrara completamente, como se temía, por el resto del año fiscal. Pero para miles de personas que dependen de ayuda gubernamental para la salud o la educación, el gobierno ya cerró.
Con mucho menos drama y muñequeo del que vimos en enero, cuando se produjo el acuerdo entre la Casa Blanca y el Congreso para evitar el "acantilado fiscal", esta vez ambas cámaras del Congreso aprobaron resoluciones bipartidistas para financiar al gobierno hasta el 30 de septiembre de 2013. El proyecto de ley llegó al escritorio del presidente Obama casi una semana antes de que la previa autorización legislativa para el gasto público hubiera expirado.
Mientras algunos medios en la capital celebraron esto como una señal de que Washington finalmente comienza a trabajar, no debemos olvidar que este gran acuerdo bipartidista ratifica el "secuestro", cortando $85 mil millones del gasto federal.
El proyecto del Senado y de la Cámara Baja manoseó algunos de los recortes obligatorios del secuestro, pero no acabó con ellos. Como resultado, en los próximos meses veremos: un recorte al seguro federal de desempleo; la pérdida de 131.000 vacunas para niños; una pérdida de $584 millones en fondos para la educación de niños con discapacidades, y hasta $713 millones en otros programas para escuelas primarias; feriados sin paga para miles de empleados federales, efectivamente reduciendo su salario y degradando los servicios gubernamentales; la pérdida de unos como 2 millones de puestos de trabajo como resultado de recortes a los contratos federales y su efecto en otros sectores que dependen de éstos; y el cierre de más de 100 torres de control de tráfico aéreo en todo el país, entre muchos otros.
EL SECUESTRO surgió del podrido acuerdo entre la Casa Blanca y el Congreso que puso fin a la disputa para levantar el techo de la deuda federal en agosto de 2011. A cambio de que el Congreso (específicamente, la Cámara Baja controlada por el Partido Republicano) permitiera al gobierno federal vender bonos para financiar sus operaciones, la administración Obama acordó recortar su gasto discrecional no-militar en hasta $1,5 billones en el próxima década.
Además, Obama y los líderes del Congreso designarían un "súper comité" que propondría recortes específicos a ser promulgados por el Congreso. Pero si el súper comité no llegaba a un acuerdo, reducciones automáticas al gasto, llamadas "secuestro" en la jerga de Washington, entrarían en vigor.
Estos recortes automáticos afectarían el gasto discrecional militar y no-militar, en otras palabras, casi todo lo que el gobierno hace, excepto pagar por el Seguro Social, Medicare y Medicaid.
Como era de prever, el súper comité, operando bajo la presión de la temporada electoral pasada, no llegó a un acuerdo. La Casa Blanca había calculado que la dureza de los recortes del secuestro, especialmente aquellos afectando al Pentágono, bastaría para que los republicanos se vieran obligados a trabajar con Obama para detenerlos. Obama pensó que obtendría del Partido Republicano a un acuerdo para aumentar los impuestos a cambio de parar los recortes al gasto militar.
No obstante, la Casa Blanca se equivocó. Después de ser forzados a aceptar algunos mínimos aumentos de impuestos a los ricos bajo en el acuerdo de enero, los republicanos declararon que no votarían por ningún aumento adicional de impuestos. Obama trató de persuadir a algunos republicanos a votar para poner fin al secuestro. La mayoría lo rechazó. La Cámara ni siquiera votó, por lo que los recortes automáticos al gasto entraron en vigor a comienzo de marzo.
En una era en que el gasto militar está decreciendo junto con las guerras en Irak y Afganistán, la amenaza de recortes al Pentágono no fue suficiente para hacer que los republicanos consideraran mayores impuestos para evitar millones en recortes en educación, salud y otros servicios vitales. Después de todo, los demócratas ya les habían proporcionado una cubierta bipartidista para una nueva dosis de austeridad.
Perdida en la trifulca presupuestaria está la indiscutible verdad de que las huellas de los demócratas están por todas partes en estos desastres. De hecho, los 173 miembros de la bancada demócrata, incluidos todos los miembros del Caucus Progresista, votaron a favor del proyecto de ley del Senado que originó el súper comité y el secuestro.
Como Glenn Greenwald, crítico de Obama, señaló en su momento:
Ahí radica uno de los atributos más perdurables del legado de Obama: en muchas áreas cruciales, él ha hecho más por subvertir y debilitar la agenda política de la izquierda de lo que un presidente del Partido Republicano podría haber soñado lograr. Tan poderosa es, por lo general, la lealtad tribal en la política estadounidense que los partidarios apoyarán, o al menos tolerarán, cualquier y toda política respaldada por el líder de su partido, incluso si esa política es lo que dicen detestar.
La comentarista liberal Jane Hamsher fue aún más mordaz en su denuncia de los "facilitadores" progresistas, cuyo voto a favor del acuerdo para levantar el techo de la deuda ayudó a consolidar la austeridad por la próxima década:
Un nuevo liderazgo no emergerá hasta que hagamos lugar sacando al viejo, corrupto orden. Y ese trabajo comienza con los facilitadores. Aquellos que saldrán en cualquier momento a aplacar la indignación liberal y blanquear el pedazo de mierda por el cual votaron... Aquellos que se envolverán con la bandera y maullarán que "tuvieron que hacerlo por la patria".
EN TODAS las bataholas presupuestarias, Obama consistentemente se ha comprometido a buscar un "gran acuerdo" con el Partido Republicano, en el cual él asegura el apoyo demócrata para recortar el Seguro Social y Medicare a cambio de la aquiescencia republicana para aumentar los impuestos. En eso estaba, cuando el Partido Republicano le dobló la mano con el secuestro.
Los republicanos depositaron el secuestro como el primer pago para un menor nivel de financiamiento del gobierno hasta septiembre. Ellos saben que tendrán una cuña más para obligar a una austeridad más extrema cuando el Congreso deba votar, una vez más, para levantar el techo de la deuda federal, aproximadamente en agosto de este año.
En agosto de 2011, Obama ofreció a los republicanos recortes sin precedentes al Seguro Social y Medicare. Sintiendo quizá que Obama estaba en su camino a ser un presidente de un solo mandato, el Partido Republicano los rechazó. Pero como un desdeñado pero determinado pretendiente, el re-electo Obama ha vuelto a cortejar a los republicanos por un "gran acuerdo".
Pero esta vez, él tiene más apoyo para el recortar el Seguro Social y el Medicare al interior del Partido Democrático. Como el ex Secretario del Trabajo, Robert Reich, escribió en el Huffington Post:
Prominentes demócratas, incluyendo el presidente y la líder de la minoría Nancy Pelosi, están abiertamente sugiriendo que el Medicare sea evaluado financieramente y los pagos al Seguro Social sean reducidos mediante la aplicación de un ajuste inferior a la inflación.
Esto es incluso antes de que hayan comenzado las negociaciones presupuestarias con los republicanos, quiénes aún se niegan a subir los impuestos a los ricos, cerrar los vacíos legales que ellos usan..., aumentar impuestos a las ganancias de capital, limitar sus deducciones de impuestos, o gravar las transacciones financieras...
El Seguro Social y el Medicare son los programas más populares jamás concebidos por el gobierno federal, por lo que los republicanos los odian tanto. Si hay una cosa en la que el estadounidense promedio ha confiado en el Partido Democrático, esa es proteger estos programas de las depredaciones de los republicanos.
Poner estos dos programas "sobre la mesa" equivale también a aceptar lo más insidioso y deshonesto de todo lo dicho por los republicanos: que por mucho tiempo la mayoría de los estadounidenses han estado viviendo por encima de sus medios, que rápidamente nos acercamos al día en que debamos reconocer que ya no podemos seguir permitiéndonos esos generosos "derechos", y que la prudencia y la responsabilidad de dictan que ahora debemos comenzar a vivir dentro de nuestros medios y reducir el gasto proyectado, sobre todo si queremos tener algún dinero para invertir en los jóvenes y los desfavorecidos.
Lo opuesto es la verdad: que desde hace tres décadas los medios de la mayoría de los estadounidenses han estado estancados a pesar de que la economía global se ha duplicado en tamaño, que debido a que casi todos los beneficios del crecimiento han ido a parar a la cima, la mayoría de los estadounidenses no puede ahorrar lo suficiente para su jubilación o los crecientes costos de la salud, y que debido a esto, el Seguro Social y Medicare son ahora apenas suficientes.
El presupuesto Ryan de la Cámara Baja republicana amenaza el Medicare, pero deja el Seguro Social de lado. ¿Por qué los demócratas llevan la carga sobre ambos?
Reich hace la pregunta correcta, pero no tiene la respuesta correcta. La cuestión no es sólo que, como afirma Reich, los demócratas persiguen el dinero de Wall Street tanto como el Partido Republicano. El asunto es que ellos, como el segundo más entusiasta partido del capital norteamericano, están comprometidos a llevar a cabo las prioridades de la gran empresa, a cuyo centro está la austeridad, diseñada para a reducir las expectativas y los estándares de vida de la mayoría de los estadounidenses.
Es por eso que Obama sigue volviendo al "gran acuerdo" y los líderes demócratas demandan "valentía" para taclear las "vacas sagradas" del Medicare y el Seguro Social. Es por eso que la Casa Blanca ha, por años, parecido raramente pasiva así como la recesión muele a millones de trabajadores desempleados.
Por supuesto, cada unos pocos meses, Obama habla de gasto en infraestructura y su "Ley del Empleos", (¿la recuerda?), pero nunca con la pasión y persistencia que muestra por el "gran acuerdo".
A medida que los recortes del secuestro entran en vigor, y más trabajadores reciben cartas de despido, la reciente tendencia a la baja en la tasa de desempleo se puede revertir. Para una economía que había finalmente mostrado algunos signos de vida, esta pérdida de empleos será un ancla que prolongará más la apenas perceptible "recuperación" económica.
Obama ganó la reelección con su pose de "luchador por la clase media", provocando un rechazo de la política plutocrática del Partido Republicano. A sólo unos pocos meses de su segundo mandato, las encuestas nacionales señalan que Obama ha casi perdido su popularidad sobre el Partido Republicano.
Tal vez, esto estaba destinado a suceder así como la atención nacional se apartó de la altamente cargada elección. Pero si es cierto que el público apoya a Obama y las políticas económicas del Partido Republicano por igual, tal vez es porque el público no puede distinguir la diferencia entre ellos.
Traducido por Orlando Sepúlveda