El regreso de COINTELPRO

March 11, 2014

A lo largo de la historia del capitalismo, el Estado ha estado envuelto en sofocar la disidencia y el activismo político de la izquierda --hoy, no es diferente.

UN VIEJO cliché sobre la izquierda dice que ésta ve conspiraciones del Estado donde no existen. Pero el nuevo material sobre el espionaje gubernamental de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) revelado por Edward Snowden demuestra que un igualmente viejo chiste trae ecos de verdad: Que seamos paranoicos no significa que no nos estén persiguiendo.

En artículos recientes para NBC News y The Intercept documentan, el periodista Glenn Greenwald usa la evidencia obtenida por Snowden para mostrar la cooperación entre una agencia de inteligencia británica, el Cuartel de Comunicaciones Gubernamentales (GCHQ, por sus siglas en inglés) y la NSA.

Una división hasta ahora desconocida de GCHQ, el Grupo de Inteligencia Conjunto de Investigación de Amenazas (JTRIG, por sus siglas en inglés) presentó documentos clasificados de la NSA y otras agencias de inteligencia gubernamental que detallan algunas de sus tácticas de espionaje y trucos sucios favoritos; incluyendo: "monitoreo de YouTube y Blogger, ataques cibernéticos idénticos a los realizados por "hacktivistas", "trampas de miel" (donde usan la promesa de sexo para atraer a gente a situaciones comprometedoras) y virus destructivos".

COINTELPRO 2.0 | Cyberspying against the left

La conclusión, según Greenwald: "[E]stas agencias están tratando de controlar, infiltrar, manipular y deformar el discurso cibernético, y al hacerlo, están comprometiendo la integridad de la propia Internet".

Considere cómo JTRIG propone, en una presentación Power Point, desacreditar a un activista político: "Poner una trampa de miel. Cambiar sus fotos en sitios de redes sociales. Escribir un blog pretendiendo ser una de sus víctimas. E-mail o mandar textos a sus colegas, vecinos, amigos, etc." Otras diapositivas de la presentación incluyen sugerencias para "Identificar y explotar puntos débiles" en grupos de activistas y hacer "gambitos de engaño" infiltrando las organizaciones. Sus cuatro principios: "Negar, destruir, degradar y engañar".

Como Greenwald concluye:

Cualquiera sea la verdad, ningún gobierno debiera participar en estas tácticas: ¿Qué justificación hay para que las agencias del gobierno ataquen a personas que no han sido acusadas de ningún crimen, destruyendo su reputación, infiltrando comunidades políticas y desarrollando técnicas para manipular el discurso cibernético?


ESTAS NUEVAS revelaciones son otro potente recordatorio de que la vigilancia del Estado va mucho, mucho más allá de su usual justificación: detener el terrorismo. JTRIG y los programas de NSA no tienen nada que ver con detener una real (o imaginada) amenaza "terrorista", sino con monitorear y desestabilizar, si es posible, el activismo político radical.

En este sentido, esto no es nada nuevo. El gobierno de Estados Unidos tiene un largo y asqueroso prontuario de acoso y represión de la izquierda, como la ejecución de los Mártires de Haymarket en la década de 1880, la histeria anti-izquierdista y anti-inmigrante de las Redadas de Palmer en los albores del siglo 20, la caza de bruja macartista contra socialistas y comunistas en la década de 1950, y las operaciones COINTELPRO del FBI contra el movimiento por los derechos civiles, el Poder Negro, el movimiento contra la Guerra de Vietnam, y otros.

Coincidentemente, otro capítulo poco conocido de esa historia ha sido revelado por un nuevo documental, Espías de Mississippi, de PBS, que detalla cómo, durante los años 1950 y 60, la Comisión de Soberanía Estatal de Mississippi creó una agencia secreta para espiar e infiltrar "la coalición de derechos civiles, sobre-escuchando la mayoría de sus reuniones privadas y hurtando sus documentos más sensibles".

Los realizadores muestran cómo la Comisión utilizó un "cuadro de operativos negros" para infiltrar el movimiento por los derechos civiles, descubrir sus planes futuros, atacar a sus líderes y hostigar a sus militantes. En total, unas 87.000 personas fueron espiadas por el organismo, que a veces compartió sus reportes con los departamentos de policía locales, donde a menudo los oficiales pertenecían a los grupos locales del Ku Klux Klan.

La película argumenta que los informes de la Comisión de Soberanía jugaron un papel directo en el infame asesinato de activistas como James Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner, durante el Verano de la Libertad en Mississippi en 1964.

Pero el más típico fue el caso de Clyde Kennard, un joven negro, veterano de la Guerra de Corea, que aplicó en tres diferentes ocasiones a la Universidad del Sur de Mississippi a finales de 1950.

La Comisión de Soberanía investigó Kennard y su familia, su educación y su récor en el ejército, en busca de cualquier indicio de fracaso moral que pudiera ser utilizado para desacreditar su campaña por asistir a una universidad totalmente blanca. Cuando no encontró ninguno, la policía, con la ayuda de la Comisión de Soberanía, plantó alimento para pollos robados en la granja de los Kennards. Kennard fue arrestado y condenado a siete años de prisión en la Penitenciaría de Parchman. El joven murió de cáncer poco después de su liberación en 1963.


EN LOS años sesenta, el Programa de Contra Inteligencia, COINTELPRO, del FBI no se satisfizo con espiar y acosar al movimiento por los derechos civiles. También estuvo muy ocupado con las organizaciones de Poder Negro, grupos de activistas nativo-americanos, el movimiento independentista puertorriqueño, activistas anti-bélicos, y socialistas y comunistas, precisamente porque estos movimientos radicales eran vistos como una amenaza al estatus quo.

Hoy en día, todo estudiante de primaria aprende acerca de Martin Luther King Jr. y sus discurso "Tengo un sueño" en la marcha de 1963 en Washington, pero nada acerca de cómo al mismo tiempo, en un memorando escrito por el jefe de la división de inteligencia interna del FBI, fue etiquetado "el negro más peligroso en el futuro de esta nación". Unos años más tarde, el jefe mismo del FBI, J. Edgar Hoover, declaró que "el Partido de las Panteras Negras, sin duda, representa la mayor amenaza a la seguridad interna del país". Tanto King y como las Panteras no sólo fueron sometidos a vigilancia, sino también a una campaña de acoso y trucos sucios dirigidos a dividir y socavar sus esfuerzos.

El FBI también mantuvo archivos sobre el Partido Comunista, que era el objetivo original de COINTELPRO, otros grupos socialistas y las organizaciones de la Nueva Izquierda de los años 1960. El FBI, por ejemplo, se dispuso a difamar al miembro del Partido Socialista de los Trabajadores (SWP, por sus siglas en inglés), Clifton DeBerry, que se postuló para la presidencia en 1964, mediante el envío de cartas anónimas que detallan transgresiones personales menores, con el fin de desacreditarlo y dividir las filas del SWP.

Peter Camejo, quien se presentó como el candidato a presidente del SWP en 1976, demandó al FBI después de que su oficina de campaña fue robada. Como un artículo de Truthdig reportó en 2012:

El juez le preguntó al agente especial del FBI cuántos agentes habían trabajado en la campaña presidencial de Camejo. La respuesta fue: 66. Camejo estimó que tenía un equipo de campaña de 400 en todo el país... [E]sto es una tasa de infiltración de aproximadamente uno de cada seis. Camejo descubrió que entre los agentes estaba uno de los jefes de su campaña. También descubrió micrófonos en una oficina de campaña y documentos que muestran que el FBI le había seguido desde que era un joven activista estudiantil de 18 años de edad.

La mayoría de la gente probablemente asume que estas prácticas son una cosa del pasado. Después de todo, ¿quién podría defender el espionaje gubernamental sobre Martin Luther King, ahora que tiene un día de fiesta federal en su honor? Para todos, menos para los ultraderechistas, el macartismo es una mancha oscura en la historia de Estados Unidos.

Pero el espionaje del gobierno en la actividad política legal de la izquierda ha sido rehabilitado en la era post 11/9.

El primer blanco fueron los musulmanes y las personas de origen árabe que, como funcionarios de gobierno como el ex secretario de Justicia John Ashcroft dijeron, deben ser vigilados con el fin de "prevenir el terrorismo". Pero los agentes del FBI y la policía no sólo espiaron musulmanes practicando actividades religiosas constitucionalmente protegidas e infiltraron mezquitas, sino además engatusaron a jóvenes musulmanes en descabellados "complots terroristas". Y aunque parezca increíble, esta moderna caza de brujas fue declarada legal por un juez federal que desestimó una demanda contra la policía de Nueva York.

La vigilancia se extendió a los activistas contra la guerra, socialistas y anarquistas, el movimiento Ocupa e incluso a los opositores de la pena de muerte, entre otros.

Por ahora, el ataque a nuestros derechos no es tan audaz y abierto como cuando agentes federales detenían y deportaban socialistas nacidos en el extranjero, o ejecutaban miembros del Partido Comunista como espías atómicos, o irrumpieron en un edificio de apartamentos de Chicago y asesinaron al líder de las Panteras Negras, Fred Hampton, en su cama.

Pero no nos engañemos: El Estado todavía está involucrado en un asalto a la izquierda y la disidencia en general, diseñado para mantener a los movimientos sociales y el activismo político fracturado y marginal.

La clase gobernante de Estados Unidos prefiere presumir ser "la mayor democracia del mundo" y gobernar por consentimiento, es decir, con nosotros votando en elecciones cada dos o cuatro años, pero donde la elección es casi siempre limitada a dos candidatos pro-empresariales. Pero el aún abierto escándalo de la NSA es una prueba más de que la clase dominante recurrirá a la coacción si es necesario.


PERO NADIE debe ser desalentado a luchar por nuestros derechos, incluyendo nuestro derecho a la protesta y a la privacidad en virtud de la Constitución, ganado por largos años de luchas pasadas.

Tenemos que responder, sin embargo, con precauciones básicas. Tenemos un deber con nuestros compañeros en la lucha; con aquellos luchando por sus derechos sindicales y planeando acciones en su trabajo que los ponen en riesgo de ser despedidos, por ejemplo, o con los indocumentados, o con los que podrían enfrentarse sistema de injusticia penal. Debemos defender y proteger a nuestros compañeros lo mejor que podamos del acoso y las represalias por parte del Estado, de los empleadores y de la derecha.

Sabiendo que las agencias gubernamentales como la NSA, ni hablar de la policía, tienen programas dirigidos a la izquierda, tenemos toda la razón, y de hecho, la responsabilidad a sospechar los signos evidentes de este tipo de operaciones: el activista poco probable que comienza a asistir a las reuniones justo antes de una gran manifestación, las foráneas preguntas sobre lo que pensamos acerca de la violencia como una táctica, rumores destructivos de fuentes anónimas en la Internet, etc.

Algunos argumentan que dado que los tentáculos de la NSA llegan a todas las formas de comunicación en estos días, preocuparse por esto es una pérdida de tiempo. Pero, ¿realmente necesitamos hacerles más fácil la tarea de espiarnos o intimidarnos en la autocomplacencia o la inacción? Además, la izquierda tiene otros enemigos, el más obvio, los opositores de derecha en varias formas, que no tienen el mismo tipo de acceso.

En última instancia, la mejor arma de la izquierda contra la represión estatal es crecer nuestras filas, convenciendo a más gente de la necesidad de construir la lucha contra la opresión y la injusticia. La historia muestra que los agentes del Estado siempre intentarán obstruir la lucha por cambiar el estatus quo, pero también muestra que no siempre tienen éxito.

La lucha democrática de masas, como el movimiento contra la guerra de Vietnam, por ejemplo, que en su apogeo fue lo suficientemente fuerte para desacreditar la corrupción y los trucos sucios de la presidencia de Richard Nixon, es el mejor medio para combatir la seguridad estatal.

El revolucionario Víctor Serge escribió en 1926: "La represión sólo puede realmente vivir del miedo, pero ¿es el miedo suficiente para eliminar la necesidad, la sed de justicia, la inteligencia, la razón, el idealismo --todas esas fuerzas revolucionarias que expresan el profundo, formidable impulso de los factores económicos de una revolución?"

La respuesta ahora, como entonces, es "no".

Traducido por Orlando Sepúlveda

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