¿Qué lado tomar en Ucrania?

March 17, 2014

El nuevo gobierno de Ucrania es respaldado por Estados Unidos, pero la izquierda no podrá construir una alternativa justificando la intervención rusa.

EN KIEV, la capital de ucraniana, el gobierno que asumió el poder después de la caída del ex presidente Viktor Yanukovich es liderado por partidos políticos que van desde nacionalistas de derecha a fascistas.

El partido de extrema derecha Svoboda, que con orgullo afirma seguir la tradición de los nacionalistas ucranianos que colaboraron con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, está bien representado en el nuevo gobierno, incluido el Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, que supervisa la policía y el ejército. En cuanto a los "moderados", el primer ministro Arseniy Yatsenyuk dice que cualquier persona que sirva en el nuevo gobierno estará cometiendo un "suicidio político"; porque tal es la magnitud de las medidas de austeridad que el gobierno espera llevar a cabo, con el asesoramiento de sus campeones en EE.UU. y la Unión Europea (UE).

Mientras tanto, en Crimea, la región al sur de Ucrania, las fuerzas militares rusas, en alianza con líderes políticos locales, han tomado control y e implementaron un referéndum el fin de semana pasado para decidir la secesión de Ucrania y su anexión a Rusia. Los primeros recuentos señalan que la votación favorece la secesión de Ucrania y la unión a Rusia.

Two wrong sides don't make one of them right

La policía antidisturbios del régimen de Yanukovich, que hasta hace apenas unas semanas asesinaba a manifestantes en Kiev, según reportes, se ha estado reagrupando en Crimea. El presidente ruso, Vladimir Putin --carnicero de Chechenia, atosigador de personas LGBT y carcelero de disidentes políticos-- ahora dice estar preocupado por los derechos democráticos en Ucrania. Sin embargo, su verdadera preocupación es reestablecer el dominio del Kremlin sobre un país que ha sufrido bajo la bota rusa por la mayor parte de los últimos tres siglos.

En este conflicto, ambas lados representan explotación, opresión y guerra. Aunque hoy parezca distante, la única esperanza para Ucrania, y la región, está en el surgimiento de una lucha unida de sus trabajadores, llevada a cabo independientemente de las facciones de la clase dominante local y de las potencias imperialistas de Washington y Moscú.

Siguiendo el ejemplo de la administración Obama, muchos liberales han defendido al nuevo gobierno en Ucrania, restando importancia a la aterradora prominencia de la extrema derecha en Kiev, e ignorando por completo la pestilente hipocresía del gobierno estadounidense sermoneando sobre el respeto por la soberanía nacional y el derecho internacional.

Otros en la izquierda estadounidense y europea se inclinan por el lado ruso, bajo el argumento de que el "enemigo principal", el imperialismo, está "en casa". Sin embargo, pero esto significa ignorar la masiva insurrección que derrocó al régimen de Yanukovich, y aceptar las mentirosas justificaciones que el imperialismo ruso usa para tratar de mantener el orden en su "patio trasero".

No sólo es moral y políticamente repugnante apoyar a Washington o a Moscú, como si alguno fuera menos opresivo, sino que además exacerba el problema.

En Ucrania, en este momento, cada injusticia y atrocidad cometida por un lado, fortalece la mano del otro. La toma militar rusa de Crimea fue un regalo del cielo para los nacionalistas en Kiev, que encubren sus políticas viciosas bajo el manto de la resistencia a la dominación extranjera. De la misma forma, las medidas reaccionarias del gobierno de Kiev para hacer valer su autoridad dan a Putin todas las pruebas que necesita para reclamar que el pueblo ucraniano, temeroso de los fascistas, necesita el poder militar y económico de Rusia para protegerlos.

Esta espiral descendente de nacionalismos e imperialismos mutua competencia obstruye el desarrollo de una alternativa de izquierda independiente. Como Zoltán Grossman escribió en un artículo para Portside:

[E]l enemigo de tu enemigo no siempre es tu amigo. En un concurso entre ultranacionalistas... no necesitamos tomar lados. Podemos defender la paz y los derechos democráticos de la población civil y todas las minorías en ambos lados de la línea, sin contribuir a la polarización y sin fortalecer el ascenso del fascismo. Dos errores no hacen un acierto.


POCOS LECTORES de SocialistWorker.org serán susceptibles a ser engañados por los sermones de los funcionarios estadounidenses acerca del "increíble acto de agresión" ruso, para citar al Secretario de Estado, John Kerry. "Simplemente", Kerry continuó con su cara de palo, "no te comportas en el siglo 21 como en el siglo 19, invadiendo otro país con pretextos totalmente falsos".

No, ciertamente no; a menos que usted tenga bajo su control al ejército más poderoso en la historia del mundo y quiera controlar el petróleo de Irak. Y no, si puede lograr sus objetivos apoyando un golpe militar derechista, como el gobierno de EE.UU. hizo en Haití y Honduras en la última década y ha estado tratando de hacer en Venezuela, afortunadamente sin éxito.

El gobierno apoyado por Estados Unidos en Ucrania llegó al poder tras un masivo movimiento de protestas que ocupó Maidan (Plaza de la Independencia), en Kiev, por tres meses a partir de noviembre, a pesar del frío y de las mortales olas de represión.

La determinación inspiradora de los manifestantes en Maidan fue fortalecida por el odio hacia el corrupto régimen de Yanukovich y los súper ricos oligarcas que servía, tanto en Ucrania y como en Rusia. Cada intento de derrotar a Maidan, ya sea por la cooptación o por la represión, fracasó. Al final, al igual que otros tiranos antes que él, Yanukovich huyó de la capital en la oscuridad de la noche.

Pero a pesar de los motivos sociales y económicos que subyacieron a la rebelión, le derecha fue capaz de establecer su liderazgo sobre el movimiento, donde sus grupos de choque desempeñaron un prominente rol en la defensa de Maidan contra los ataques de la policía antidisturbios.

Estas son las fuerzas que sustentan el poder hoy, y ellos continúan con una agenda que no tiene nada que ver con la garantía de los derechos democráticos, especialmente para las minorías nacionales y étnicas, o la reducción de la pobreza o enfrentar la corrupción, endémica al sistema político no importa qué partido haya sustentado el poder .

Los actuales líderes del gobierno son unos oportunistas. En vísperas de la expulsión de Yanukovich, ellos estaban preparados para aceptar un acuerdo para compartir el poder que habría mantenido al ex presidente en su silla durante el resto del año. Ahora, con Yanukovich fuera, el nuevo régimen está dispuesto a llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, a costa de nuevas y drásticas medidas de austeridad.

Por su parte, EE.UU. y Europa esperan ganar influencia política y económica en Ucrania, a expensas de Rusia. También quieren acelerar el proyecto de ampliar el alcance de la OTAN a las fronteras de Rusia, aunque, a decir verdad, esto es algo con lo que Yanukovich ya había comenzado a cooperar.


NADIE EN la izquierda puede acoger este decepcionante resultado de la victoria del movimiento Maidan en derrocar Yanukovich. Pero tampoco debe la izquierda llorar el derrocamiento de un tirano, o ver la intervención rusa en Crimea como un auténtico desafío a la extrema derecha.

Desafortunadamente, algunos grupos de izquierda están haciendo precisamente esto. Según el periódico del Partido Socialismo y Liberación (PSL), Yanukovich fue víctima de "un golpe parlamentario", y "las tropas rusas en Crimea y otras maniobras son esencialmente defensivas" contra el imperialismo occidental. El ejército ruso, PSL concluye, está "obstaculizando la toma por parte de la UE, la OTAN y los fascistas de toda Ucrania".

Considerando que el PSL argumentó que los antiimperialistas deben defender las tiranías de Corea del Norte, de Libia bajo Muammar el-Qaddafi y de Bashar al-Assad en Siria, su torcida visión de la destitución de Yanukovich y de la progresista misión del ejército ruso en Crimea no son una sorpresa.

Más inesperada es la posición adoptada por la coalición Stop the War (Alto a la Guerra) en Gran Bretaña, liderada por los socialistas en el grupo Counterfire (A Contra Fuego). En su artículo, "10 cosas que recordar acerca de la crisis en Ucrania y Crimea", la coordinadora de Stop the War, Lindsey German retrata las acciones de Rusia y Putin principalmente como una respuesta a la agresión de EE.UU. y Europa en Ucrania, y critica a "los que exigen actividad anti-bélica aquí en Gran Bretaña contra Rusia".

German nos recuerda: "El trabajo de cualquier movimiento en contra de la guerra es oponerse al rol de su propio gobierno en estas guerras, y explicar lo que el gobierno y sus aliados están haciendo". Sin duda, éstas son tareas que los activistas anti-bélicos deben asumir, pero ¿por qué no es también nuestra la tarea hablar en contra el imperialismo ruso?

El abrumador énfasis de German en las maquinaciones de Estados Unidos y Europa, y la explícita conclusión del PSL que Rusia está actuando "defensivamente", ignoran tanto la larga historia de dominación rusa sobre Ucrania y las razones prácticas que Putin tiene para mantener un cierto grado de poder e influencia en el país más grande en su frontera occidental.

Ucrania fue conquistada por el Imperio Ruso en el siglo 17. La hegemonía zarista fue rota por la Revolución Rusa, pero cuando la contrarrevolución estalinista revirtió las ganancias de 1917, las naciones oprimidas del antiguo imperio fueron subyugadas otra vez, obscenamente, esta vez en nombre del socialismo. Luego, cuando la URSS se desintegró en 1991, Ucrania se independizó, pero Rusia fue capaz de utilizar su poder económico y militar para mantener gran parte de su antiguo imperio.

Putin y la clase dominante rusa tienen muchas razones, más allá de la amenaza de la expansión de la OTAN, para mantener Ucrania bajo su tutela. Por un lado, más de la mitad de las exportaciones de gas natural de Rusia a Europa occidental, su principal mercado, fluyen a través de los gasoductos que atraviesan Ucrania. Por otro lado, su gran base militar en el Mar Negro, en Crimea, da a Rusia acceso marino al mar Mediterráneo, un factor importante en la proyección del régimen de Putin como una potencia militar mundial.

Cualquier organización izquierdista o antibélica que ignore estos motivos imperialistas no sólo presenta una imagen distorsionada de la situación, sino además corre el riesgo de perder su credibilidad. Como el socialista británico Mike Marqusee, ex miembro destacado de la coalición Stop the War, escribió en un comentario en el sitio web de Red Pepper:

Los que quisieramos ver al movimiento anti-guerra en Gran Bretaña condenar las acciones de Rusia hemos sido recordados que "el principal enemigo está en casa". El asunto parece ser que condenar el crimen de Rusia va a socavar la oposición a la guerra. Pero lo que nos debilita mucho más son descripciones irreales de eventos [y] posiciones evasivas...Si la gente llega a creer, por nuestro propio comportamiento, que no somos realmente un movimiento en contra de la guerra, pero apologistas de Rusia, "el principal enemigo" habrá sido fortalecido.

En cuanto a la sugerencia, explícitamente hecha por el PSL, que la razón principal de la caída de Yanukovich fue la intervención de EE.UU. y de la UE en Ucrania, Marqusee responde:

El movimiento Maidan no puede ser reducido a una trama imperialista. Había más que suficiente buenas razones para que el pueblo hubiera estado harto del gobierno de Yanukovich, que no necesitó "agitadores externos" de cualquier tipo... [L]a demanda del Maidan por poner fin a un gobierno oligárquico y corrupto fue justa y necesaria. Esa afirmación no queda viciada por el hecho de que, por el momento, una rama particular de la clase dominante (tan venal como aquella que ha sido sustituida) ha cosechado los despojos.


¿POR QUÉ es tan importante para la izquierda reconocer y oponerse al imperialismo ruso, al mismo tiempo que a sus propios gobiernos?

Incluso si dejamos a un lado la represión y violencia que el régimen de Putin está dispuesto a infligir sobre Ucrania en la persecución de sus intereses políticos y económicos, una alternativa de izquierda al nacionalismo derechista en Ucrania nunca podrá desarrollarse sin un rechazo a la intervención rusa.

El movimiento Maidan fue provocado inicialmente por la decisión de Yanukovich, bajo la presión de Putin, de despreciar una asociación comercial y política más estrecha con la Unión Europea, y a unirse a un bloque económico liderado por Rusia, que exige a sus miembros adherirse a los mismos dogmas neoliberales que la UE. Desde el comienzo, las protestas --las que no sólo se extendieron al oeste de Kiev, sino también hacia al este, a las ciudades industriales consideradas por los medios de comunicación ser pro-rusas-- fueron galvanizadas no sólo por la ira contra el régimen corrupto de Yanukovich, sino además por la amargura con Rusia, yugo imperial, pasado y presente, de Ucrania.

En una entrevista previa a la caída de Yanukovich, Ilya Budraitskis del Movimiento Socialista de Rusia destacó el papel traidor del pro-ruso Partido Comunista (PC) de Ucrania en el fortalecimiento del régimen de Yanukovich. Miembros del PC en el parlamento, por ejemplo, proveyeron el margen de victoria a las draconianas leyes anti-protesta apuradamente aprobadas en enero, radicalizando aún más al movimiento Maidan. La crítica del PC al nacionalismo de extrema derecha sonó hueca, dijo Budraitskis, porque "ellos lo contraponen al chovinismo ruso. ¡Es despreciable!".

Ahora que Putin y Rusia han pasado de la corrupción económica y la extorsión política a la amenaza militar, los nacionalistas de derecha están aún mejor posicionados contra cualquier oposición por parte de la izquierda; el gobierno que conducen "ha sido legitimado por la amenaza de intervención extranjera", como la Oposición de Izquierda de Ucrania, escribió en un comunicado.

La derecha puede explotar la legítima hostilidad al imperialismo ruso como la justificación para llevar a cabo sus prioridades, a expensas de los Judios, la comunidad LGBT y las minorías étnicas y lingüísticas, no sólo de los rusos. Del mismo modo, el ala oligarca que respalda al gobierno en Kiev ha recibido la perfecta justificación para infligir las medidas de austeridad exigidas por el FMI, después de todo --podrán argumentar--el gobierno no tiene más remedio que encontrar una salida de la crisis financiera de Rusia dejó atrás.

La construcción de una alternativa de izquierda en las condiciones de la actual Ucrania, confrontada por la escalada de las amenazas de guerra y las polarizadas divisiones nacionales, será difícil. Las cuestiones políticas planteadas en Ucrania son complejas y merecen una seria discusión en la izquierda. Pero por ahora podemos afirmar esto: La tarea por delante será imposible si las organizaciones de izquierda defienden, aunque sea críticamente, la intervención rusa, y a los corruptos políticos y súper ricos oligarcas ucranianos que se alinean con Putin.

Durante la Guerra Fría entre la ex URSS y los EE.UU., Socialist Worker tuvo un eslogan que encapsula nuestro rechazo a los dos campos de la superpotencia. Ese lema es relevante hoy otra vez: Ni Washington ni Moscú, ni Kiev ni Simferopol, sino socialismo internacional.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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