América Inc. planea baja paga

March 30, 2012

Si América Incorporada obtiene lo que quiere habrá reactivación economía, pero también habrá empleos con sueldos miserables.

LA CHAMBA regresa, pero el salario digno regresará sólo si Ud. y sus compañeros están preparados para demandar uno.

Esta es la otra historia detrás de la recuperación de empleos que las estadísticas del gobierno han venido mostrando durante los últimos meses.

Aunque la tendencia es animadora, de acuerdo con el ex Secretario del Trabajo Robert Reich, al ritmo actual de crecimiento del empleo será necesario cinco años más para compensar por los empleos perdidos durante la Gran Recesión, además de dar trabajo a los jóvenes que han entrado a la fuerza laboral desde entonces.

Y el sueldo para los jóvenes obreros recién contratados será escuálido. Según el Instituto de Política Económica, los salarios de entrada cayeron los últimos diez años, incluso durante la expansión del 2002-07; para obreros con una educación escolar secundaria, ajustando por la inflación, el salario de entrada es un cuarto más bajos que en 1973, hace casi cuarenta años.

Este sombrío prospecto para los trabajadores jóvenes--millones de los cuales ya están sumergidos en decenas de miles de dólares en préstamos estudiantiles--es sólo una parte de la historia. Toda la clase obrera enfrenta la presión a la baja de los salarios; ahí están la congelación de los sueldos y el aumento por debajo del costo de la vida; a muchos, de frentón, se lo rebajan.

A worker pauses during a shift in a Cincinnati warehouse

Ésta es la intensificación de una larga tendencia. El economista Doug Henwood señala que, en la última década, el costo laboral en Estados Unidos ha caído un 13 por ciento; mientras que en Alemania, Corea del Sur y Canadá aumentó un 2, 15 y 18 por ciento, respectivamente. Esta brecha ha crecido desde que la recesión comenzó en el 2008, gracias la habilidad de los empleadores gringos de utilizar el desempleo como un trinquete para exprimir más valor al trabajo de otros, quedándose con casi todo el incremento de la riqueza nacional de los últimos tres años, por concepto de provecho económico, según los investigadores de la Universidad del Noreste.

Lo que es más, nota la firma Sentier Research, el ingreso de los trabajadores ha seguido cayendo durante la recuperación. "Durante todo el período diciembre 2007-__junio de 2011, el ingreso real promedio anual de los hogares ha disminuido en un 9,8 por ciento. Un declive de esa magnitud representa una reducción significativa en el estándar de vida americano".

El periodista Edward Luce, resumió así la situación en el Financial Times:

El hecho de que una creciente parte del crecimiento de EE.UU. vendrá desde el extranjero, tanto por el empuje exportador de Barack Obama, que está mostrando resultados (aunque las importaciones están creciendo más rápido), como por la continua globalización de las compañías, significando que los trabajadores tendrán que competir aún más ferozmente con sus homólogos de todo el mundo. El año pasado, la economía de EE.UU. creció un 1,7 por ciento. La mediana de los salarios cayó un 2,7 por ciento. Espere esa bifurcación persistir...

El crecimiento agregado está ciertamente regresando a EE.UU., pero a qué velocidad no queda claro. Para muchos estadounidenses, esta recuperación será fría y va a ser gris. Esperemos que no dure por el resto de sus vidas.


INCLUSO SI Barack Obama gana un segundo mandato en la Casa Blanca, es poco probable que haya un programa federal para la creación de empleos.

El Reporte Económico del Presidente--en esencia, el programa económico del gobierno de Obama--propone una mezcla de préstamos estudiantiles para aumentar las tasas de graduación universitaria y elevar el potencial salario de los graduados. Mientras tanto, jóvenes graduados de secundaria, de la clase obrera, serían canalizados a programas de formación vocacional en colegios comunitarios--donde los contribuyentes y los estudiantes mismos cubrirán el costo de la capacitación laboral que América Inc. debiera cubrir.

Además, la administración propone feriados tributarios para compañías manufactureras, las que ya toman ventaja de la caída de los salarios--una tendencia que en el Reporte Económico del Presidente malamente describe como "un cambio en la unidad de costo laboral que favorece a los negocios estadounidenses por sobre el de otros países avanzados".

Con charlatán detalle, otro documento de la administración, Invirtiendo en América: Construyendo una Economía que Dura, explica qué significa esto para las empresas que puedan invertir en la manufactura de EE.UU.: "Entre 2002 y 2010, sólo uno de los 19 países logró mejorar su posición de costo unitario laboral en manufactura más que EE.UU.".

De hecho, los salarios son ahora tan bajos en Estados Unidos que el costo de fabricar aquí se ha vuelto competitivo con el de China, una vez contado el costo del transporte. Esto habría parecido inconcebible hace apenas unos años atrás, pero aumentos salariales en China--debidos en parte a una ola de huelgas--junto al mayor costo de distribución para los productos chinos han reducido la brecha.

Recuerde eso la próxima vez que escuche a lo patrones y los políticos palabrear sobre las supuestas desleales prácticas comerciales por parte de China. Estos son los mismos que elaboraron la política de libre comercio y canalizaron sus inversiones a China para crear una base de exportación barata con la que América Inc. compitió con Japón y otros poderes económicos del área. Sólo cuando la economía china comenzó a amenazar la posición estadounidense en mercados claves fue que Washington cambió su tono. Así, para hacer EE.UU. más competitivo, los patrones reducen los salarios, mientras apuntan con el dedo a China.

¿Hay alguna chance de que una revitalización de la manufactura dé lugar a una renovada edad de oro y prosperidad? Bueno, eso depende si usted es dueño de una fábrica o si trabaja en una.

El pueblo obrero, de cierta edad, podrá recordar crecer en una sociedad donde las ganancias y un aumento de los salarios parecían ir de la mano, y un padre o una madre trabajando en una fábrica podía esperar que sus hijos tuvieran una mejor vida, incluso si fueran contratados en la misma planta.

Pero ese sueño americano--siempre fuera de alcance para la gran mayoría, especialmente negros y latinos--fue embargado por el capital en la década de 1970, y dado a los trabajadores en forma de préstamo a una alta tasa de interés. Quienes esperaban amortiguar su jubilación usando su casa como un activo, o que "sacaron dinero" de su casa para complementar los bajos salarios, ahora se encuentran con casi nada--o peor aún, en sofocante deuda con una hipoteca bajo el agua. Unos 11 millones de casas--o 22,8 por ciento del total--valen menos que el dinero adeudado a los acreedores.

Si las corporaciones estadounidenses se salen con la suya, la reactivación manufacturera no dará lugar a los trabajos mejor remunerados--a veces sindicalizados--que una vez permitieron una calidad de vida digna para mucha gente obrera. Como el editor de economía del Wall Street Journal, David Wessel, lo puso, "Dadas las exigencias de la fábrica moderna, éste no será un boleto a la clase media para los trabajadores no calificados que no han ido más allá de la escuela secundaria. Pretender lo contrario es tonto".


ESTE DECLINE en los sueldos y la calidad del ambiente laboral no fue inevitable fue el resultado de una agresiva y bien organizada guerra de clases de los capitalistas contra su mano de obra, que desde hace 40 años ha estado retrocediendo los avances logrados por los trabajadores.

Y con unas pocas excepciones, la organización básica para la defensa propia de los trabajadores--los sindicatos--han tomado una paliza. En algunos casos, los recursos del movimiento laboral fueron simplemente superados en largas y amargas luchas. Pero con demasiada frecuencia, la gerencia se ha salido con la suya porque ansiosos líderes sindicales, pares en negocios con los empleadores, hecho concesiones para tratar de salvar trabajos.

El resultado ha sido ambos, salarios más bajos y menos trabajos, especialmente en la industria automotriz, cuando en el 2007, Trabajadores Automotrices Unidos (UAW, por sus siglas en inglés) acordó salarios de entrada un poco más de la mitad más bajos que el de los trabajadores con experiencia. Desde entonces, congelamientos y recortes salariales han sido la norma en la industria manufacturera, aun cuando la economía se recuperó de su profunda depresión. La industria en Wisconsin es un buen ejemplo--como resultado de los recortes salariales y el seguido cierre de plantas de automóviles en el estado, los sindicatos sufrieron una serie de concesiones en empresas tales como Kohler, Harley-Davidson, Mercury Marine y Sub-Zero.

Pero Wisconsin, por supuesto, fue también el centro de la rebelión laboral del 2011, contra la represión sindical del gobernador Scott Walker--y sentó las bases para la buena recepción que los sindicatos dieron al movimiento Ocupa ese mismo año.

Está claro que hay un estado de ánimo de oposición entre la gente harta de trabajar más, por menos--si del todo se tiene un trabajo. El espacio para un movimiento obrero dispuesto a dar la lucha es hoy más prometedor que en décadas. De los cientos de miles, fuera y dentro del Capitolio en Madison por semanas, a las muchas protestas laborales del otoño pasado que juntaron en acción a los movimientos Ocupa y laboral, está claro que millones de trabajadores se identifican con el mensaje de Ocupa a oponerse a la desigualdad y a la dominación corporativa de la política.

La pregunta ahora es cómo convertir ese sentimiento en las calles en el fortalecimiento de los sindicatos donde existan y su organización en donde no. Gracias a Ocupa, muchos militantes activistas sindicales que pudieron haberse sentido aislados en el pasado, ahora saben estar con los vientos.

Por desgracia, la respuesta del oficialismo sindical es--una vez más--poner sus esperanzas en elegir a los demócratas en noviembre, a pesar del amargo fracaso de la administración Obama para aprobar una reforma laboral. Al contrario, ahora los políticos y los empresarios al unísono hostigan a los sindicatos, para exigir recortes salariales y de beneficios en el sector público y para empujar leyes laborales antisindicales, leyes "derecho a trabajar", en bastiones del sindicalismo americano, como Indiana, Minnesota y Michigan.

A menos que, y hasta que, el movimiento obrero trace una línea, sus ataques continuarán siendo nuestras derrotas. Sólo convirtiendo la ira en organización y acción es que los trabajadores podemos esperar crecer, resistir nuevos ataques y obtener triunfos.

No puede ser predicho dónde o cuándo la próxima inspiradora lucha obrera ocurrirá. Pero el alzamiento de Wisconsin y el apoyo de la clase obrera al movimiento Ocupa muestran la importancia de crear redes de activistas preparados para la resistencia que puede revertir la marea.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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